He navegado por mares de locura y soledad, te he encontrado una y diez veces más. Tus ojos, siempre tus ojos haciendo palpitar mi corazón. Y siempre alejándote de mi después de un tiempo, hundiéndome de nuevo en esta soledad. Y aquí sigo, soñando con el día del reencuentro porque sigo creyendo que nuestro amor es la fuerza que necesito para vivir. Si vienes, entregaré mi alma dispuesta a amarte. Si vienes, seré constante hasta que ya no quieras huir.
Como en las películas que nunca ganan Oscar, nos despedimos aquel día con ganas de quedarnos un poco más.
Nos dijimos sólo adiós queriendo al mismo tiempo decirnos todo.
Y nadie dijo. Nada.
Una mirada. Silencio. La mirada.
Pero bien es cierto que todo vuelve en esta vida. Que todo gira, que todo regresa.
Y a veces, (a veces), se presenta una oportunidad más.
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