Ni siquiera sé como explicar en palabras todos los sentimientos que se encuentran en mi corazón en dias como este. Es tristeza, una profunda tristeza acompañada de un dolor que cala hasta el alma, donde sea que el alma se encuentre; y a esto, siempre habrá que sumarle un dejo de impotencia que vive dentro de mi, impotencia y rencor de no haber luchado tanto más, tanto más que se podía. Y entonces vienen de nuevo la melancolía, la melancolía de saber las cosas perdidas, la melancolia de no escuchar tu voz ya nunca más en esta vida, la melancolía de no sentir la seguridad que me daba tu sola presencia, cuando estabas, aún ahí sin decir nada, cuando estabas, respaldando cada una de mis decisiones, cuidando cada uno de mis pasos, viviendo con orgullo cada uno de mis días. Y el recuerdo de tu última mirada, de tus ojos ya sin vida, de tus ojos preocupados por dejarme, de tu mirada que se iba y que sabía que se iba y que sólo alcanzaba a suplicarme qué sé yo qué cosas... si tan sólo hubiera sabido. Y la serenidad de tu última sonrisa, esa que me dijo que ibas a estar bien, que todo estaba bien, que todo tenía que suceder, que alguien te estaba ya esperándo. Esa sonrisa que me dejó vivir esos momentos en paz. Esa sonrisa que ahora me da esperanzas para seguir, porque sé que estás aquí, conmigo. Confío. Pero es sólo que a veces no puedo con esta tristeza, hay un dolor en la vida que se que no desaparecera jamás.
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