~ Desesperanza
Los ojos de mi padre los tengo grabados en el Alma. Esa mirada de desesperanza, cuando ya sabia que no quedaba otro camino más que entregarse sin demora en el último momento a esa entidad que llamamos muerte; cuando sabía que no valía la pena aferrarse, que el momento finalmente había llegado.
Esa mirada, no la olvido. La tengo bien grabada en el corazón. Y duele.
Pero ver esa misma mirada en los ojos de un niño, me rompió el corazón. Ver los ojos de Gilberto sin vida, sólo me provoco lágrimas y coraje. Coraje hacia este mundo en el que vivimos, coraje hacia algo desconocido, coraje hacia la enfermedad más desgraciada que se pudo haber cruzado en nuestros caminos. Porque una entiende que para una persona que lo ha vivido todo y lo ha tenido todo, pueda llegar el final de su vida. Lo entendemos. Lo aceptamos.
Pero para un pequeño, un pequeño que apenas con 1 año de vida es diagnosticado, y que tenga que vivir 4 años de su vida luchando en hospitales, y que los doctores le digan que ya no hay más, un pequeño que no sabe de juegos en la calle, de bicicletas, de pasteles de lodo, de caras llenas de pintura en el kinder, de tardes mojándose bajo la lluvia, de papas con mucho chile y helados en el frio. Para un pequeño ¿qué explicación da la sabiduría de la vida?
Y luego me entero que Gilberto quiere todo y no quiere nada. Que ya no le interesa comer dulces, que ya no quiere ni comer, que no le encuentra gusto por las cosas. Hoy amaneció con la idea de querer conocer el acuario de Veracruz...
Que malditas ganas de abrazar fuertemente a Gilberto el dia de hoy.
Esa mirada, no la olvido. La tengo bien grabada en el corazón. Y duele.
Pero ver esa misma mirada en los ojos de un niño, me rompió el corazón. Ver los ojos de Gilberto sin vida, sólo me provoco lágrimas y coraje. Coraje hacia este mundo en el que vivimos, coraje hacia algo desconocido, coraje hacia la enfermedad más desgraciada que se pudo haber cruzado en nuestros caminos. Porque una entiende que para una persona que lo ha vivido todo y lo ha tenido todo, pueda llegar el final de su vida. Lo entendemos. Lo aceptamos.
Pero para un pequeño, un pequeño que apenas con 1 año de vida es diagnosticado, y que tenga que vivir 4 años de su vida luchando en hospitales, y que los doctores le digan que ya no hay más, un pequeño que no sabe de juegos en la calle, de bicicletas, de pasteles de lodo, de caras llenas de pintura en el kinder, de tardes mojándose bajo la lluvia, de papas con mucho chile y helados en el frio. Para un pequeño ¿qué explicación da la sabiduría de la vida?
Y luego me entero que Gilberto quiere todo y no quiere nada. Que ya no le interesa comer dulces, que ya no quiere ni comer, que no le encuentra gusto por las cosas. Hoy amaneció con la idea de querer conocer el acuario de Veracruz...
Que malditas ganas de abrazar fuertemente a Gilberto el dia de hoy.
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