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Ocho meses y aún duele como si hubiera sido ayer. Ocho meses, misma fecha, mismo dia... una llamada que me invitaba a regresar a  casa o a esperar lo inevitable desde lejos. Una vuelta y estaba camino para encontrarte, por ultima vez, para decirte adios. Por siempre.

Ocho meses que no te veo más. Y al pensarlo, creo que cada dia al recordarte el dolor es más intenso, como si tantos años a tu lado no hubieran servido de nada para aprovecharte, para adorarte, para amarte. Si bien eras mi heroe, ¿alguna vez te lo dije?

Me acuerdo de tu sonrisa, pocas veces nos la regalabas, pero qué sincera cuando lo hacias. Me acuerdo de tu presencia, tu personalidad que podia imponerse a cualquiera, me acuerdo de ti caminando, de ti leyendo, de ti en todo momento, y me acuerdo de que ya no estás. De que no estarás en los momentos importantes que vengan en mi vida, de que no estarás para darme consejos cuando me convierta en mujer, de que no estarás para darte la alegria de mi hijo que lleve tu nombre, de mis éxitos que serán dedicados a ti, de que ya no estarás para verme feliz cuando tanto te preocupaba dejarme asi, como ahora, sola.

Ocho meses y ya ha pasado casi de todo en nuestras vidas.

Ocho meses preguntandome por qué si fuiste un gran hombre, gran esposo, hermano fiel, inmejorable padre, por qué, a ti, asi, tan de repente. Te amo papá.

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