Diario de Melancolía

 Sin luz. Sin brisa. Sin sombra.  Cada uno tomó un poco de lo mejor que tenía.  Mi magia. Y me fueron dejando vacía poco a poco. Y tu, cuando llegaste, no te diste cuenta que en los momentos juntos me devolvias un poco de aquello que se habían llevado. Pero también te fuiste. Con los restos que quedaban de mi. Y ahora me encuentro aquí,  cuando me encuentro, sin nada de eso que creí me pertenecía. Sin luz, sin brisa, sin sombra. Sin magia. Ya no sé ni sonreír. Desconozco el sonido de mis carcajadas,  mis ojos hace mucho que dejaron de brillar. Lo cotidiano resulta agotador. Me he cansado de fingir que está bien seguir viviendo. Un final dramático para mi ser debió haber sido mucho mejor que este cuerpo sin alma. ¿Cómo reclamar de vuelta aquello que era mio si fui yo misma quien lo entregó? No me reconozco en este vacío. No soy ni la mitad de lo que he sido. Estoy perdida y ya no quiero seguir. 

DEL MURO DE LA PIBA QUE ESCRIBE No quiero ser tu primer intento de sentir, ni tu sala de espera hasta que madures. No estoy para andar traduciendo tus silencios ni descifrando emociones. No soy maestra jardinera de vínculos, ni doctora en traumas no resueltos. No tengo paciencia para los que huyen cada vez que algo se pone real. Quiero alguien que ya se haya sentado a charlar con sus demonios, que no me tire sus sombras como si yo fuera su psicóloga con derechos. Estoy cansada de personas que se jactan de ser libres pero tienen secuestrado el corazón. De los que reparten promesas sin haber hecho inventario interno. Yo no vine a enseñarte a sentir. Vine a compartir lo que ya soy. Y para eso,  no necesito un analfabeto emocional que cree que llorar es debilidad y amar, una trampa. . El mundo ya está muy roto como para andar pijoteando amor  #unapibaqueescribe