Diario de Melancolía

Siempre es momento  para volver a creer. Siempre volvemos a amar. Amar más fuerte. Sonreír mejor. Disfrutar. Vivir. Siempre estamos renaciendo. * Si, te quiero. Te miro y sonrío porque sé que te esperaba aun sin buscarte. Si, te deseo, te respiro, aun a la distancia, aun lejos, busco tu aroma en mi recuerdo. Qué se yo si esto lo había vivido antes. Qué se yo si esto lo habías vivido tu antes. Lo que sé es que lo vivo ahora contigo. Si, me estalla el cuerpo cuando me besas, me llenas de colores, me llenas mi cielo de estrellas. Me seduces con tu ternura. Me envicias con caricias. Me enamoras con sonrisas. No sé si eres mío. No sé si quieres ser mío. Pero se que hoy, soy solo tuya.

Como en las películas que nunca ganan un Oscar, nos despedimos aquel día con ganas de quedarnos un poco más. Nos dijimos adiós y al mismo tiempo queríamos decirnos todo. Y no dijimos nada. Pero bien es cierto que todo vuelve en esta vida. Que todo gira, que todo regresa. Y a veces, se presenta una oportunidad más.

Hace tanto que no escribo, hasta siento que mi letra ha cambiado, dejado su turno a las teclas de la inmediatez, de lo banal; separándome de esa que solía ser yo, de esa me gustaba encontrar aún perdida, escondida, expectante entre un mar de prisas y stress y obligaciones, de miradas juiciosas. Mi refugio eran las letras, un chapuzón de líneas finas, refrescantes, un baño de agua helada para mi coraza. Un abrazo tibio para mis sentimientos que sólo allí salían a flote. Porque nadie nunca me ha conocido mejor que mi pluma y mi papel. Nunca nadie me ha conocido mejor que mi pluma y mi papel. Y resulta que de pronto reapareció. La impetuosa necesidad de plasmar lo que estoy pensando ahora. De decirme qué estoy sintiendo, quien sabe, quizá, logre reencontrarme un poco así. quizá vuelva a hallar el sendero del que me desvié hace ya un tiempo. Y en ese sendero estabas tu. observándome. con miedo de caminar junto conmigo. No te culpo, a menudo me encuentro intratable. A menudo piens...