Diario de Melancolía

Hace tiempo que no volvía a sonreir... y de repente, esa sonrisa me la provocaste tu. Asi, sin pensarlo - y aún sin entenderlo-. No sé cuánto pueda durar en mi rostro - hasta se me había olvidado la sensación -, pero por ahora la disfrutaré, y dejaré que quienes están conmigo también lo hagan.

Jugador incansable. Lo imagino, perfectamente ataviado visitando cada suelo de juego en los casinos mas renombrados. Apuesto, (oh si, también yo apuesto señor), que hasta para definir nuestros rumbos usted nos ha clasificado ya... ¿La ruleta será para aquéllos que viven con mediocridad? Rojo - Negro, qué más da!, no van a hacer nada para resistirse, si, la ruleta definitivamente es para esos. Y si cae negro lo veo sonreir ampliamente, ¿le satisface vernos fallar? ¿cierto?. Pero habemos unos cuantos que exigimos un poco más de empeño en su trabajo Don Destino, váyase moviendo a la mesa de Poker, si, tome usted asiento y acomodese muy bien porque quizá pase ahí un buen rato, ¿Ya pidió usted una copa o dos? - Estos, por los que jugará ahora, estos como yo, creemos fielmente en su existencia señor, somos de esa clase que observa sus palmas muy a menudo, casi cada día, ... esperando encontrar algún cambio... Y tan creo firmemente en usted, que le he puesto excelente jugadores en la mesa par...

¿Acaso realmente existes? Si es así que alguien venga y me muestre el camino para llegar a ti, que tome una pizarra y me explique la fórmula. Como en la escuela, paso a paso. No, no señora felicidad, yo no creo que usted sea real, quizá debiera llamarle Señorita Felicidad porque algo me dcie que usted es sólo una palabra esperando dar un paso importante para cambiar... Transmutar. ¿Y por qué hay gente que me engaña y me dice que es feliz? ¿En verdad se puede ser feliz? no es egoísta para usted, de su parte, andar pregonando eso a lo que llama felicidad, cerrando los ojos a las desgracias que se nos presentan en cada esquina... Si, si señorita felicidad, permitame insultarla a usted y a los de su secta, son unos egoistas, ciegos absurdos, que van por el mundo cerrando los ojos a la realidad. No puedo pensar en la fría sangre de sonreir ante la injusticia del inocente tras las rejas y el culpable dentro del casino; en la injusticia del niño que tira y juega la comida ante los ojos hambri...